En un viaje a Japón tuve un momento hortera y me compré una "moneda de oro" de Naruto. Tal vez inconscientemente fue un gesto de agradecimiento. En mi cabeza aquel objeto encajaba en lo que Naruto había significado para Glénat España. Además siempre me han gustado las monedas. En Granada compré hace unos años una pequeña moneda romana, de Constantino, en un mercadillo dominical y cuando la tenía en las manos no podía entender que esa misma moneda hubiera estado en las manos de alguien hace 2000 años.
Desde que compré el "doblón" de Naruto ha permanecido en mi despacho igual que una imágen de Santa Teresa que me regaló mi ex...
Y al pensar que ponía para ilustrar este post he recurrido a ella sin dudarlo.
Refleja mejor que nada el insólito dato que he descubierto repasando las ventas acumuladas de Glénat hasta finales de febrero que me han pasado hoy. La verdad es que como me estaba poniendo de mal humor viendo algunas ventas de títulos que me parecen estupendos, o simplemente de obras incuestionables, he huído a las de Naruto para ver si, por lo menos, se mantenían. Y con mi incontestable dominio del Excel he dado con la cifra del millón y medio. Todo incluído. Es decir, castellano, catalán y kiosco.
Y me han entrado ganas de ponerle varias velas a Naruto. Una por Puigmiquel. Otra por Apel.les Mestres. Otras para Víctor de la Fuente, Fernando Fernández, Luis García, Carmen Barbarà o Edmond. En fin, por todo lo que, en nuestra conocida inconsciencia hemos podido hacer gracias a sus ventas.
Incluso debería añadir una vela a Osamu Tezuka y otra a Takao Saito, por lo menos....
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