miércoles, 1 de julio de 2009

RAMONET (2)

No recuerdo cuando conocí a Ramonet. Creo que fué en el bar "Velódromo", en el que nos reuniamos todos los jueves los socios del "Club Amigos de la Historieta" a mediados de los 70.
El "Club Amigos de Cualquier Historieta" según Ramón de España.
El Bar en el que Ignacio Molina le gritaba "¡¡¡Calvorota!!!" al camarero hasta que nos echaban...
Allí se reunía también el Club Dhin.
Creo que la primera vez vino con su padre. Era un crio. Tendría catorce años más o menos.
Su padre trabajaba en "Els Encants Vells".
El niño ya sabía lo suyo.
Su padre murió al poco tiempo y el heredó.
En poco tiempo ya le conocíamos como "El Magnate"...
El me vendió en esa época todos los "Dominguín" que poseo. Una joya. Y una fortuna. No quiero decir una cifra porque no la recuerdo exactamente pero fueron los tebeos más caros que pagué en años.
Y no me arrepiento en absoluto. Los "Dominguín" (1915-1916) son una maravilla.
Un tebeo que se adelantó decadas a los demás.
Puede que inspirado en "Il Corrieri dei Piccoli", o directamente en los dominicales americanos.
Curiosamente impreso por un Aleu que no tiene nada que ver con nuestro Aleu.
Después apareció su abrigo de piel de camello, con el qu se daba aires de mafioso.
Y empezó a comprar y vender tebeos.
Y se convirtió en el nº1.
No he visto a nadie igual en mi vida.
Conocía el punto débil de cada cliente.
Les manejaba a su antojo.
Y llegó 1980. Albert Mestres y yo (nos habíamos conocido en la mili) montamos "Continuará..." con una mano delante y otra detrás...
Y Ramonet se convirtió en "el tercer hombre".
El llevaba los tebeos antiguos.
De hecho muchas veces sus ventas nos salvaban la semana.
Ramonet y Mestres eran incompatibles. Pero aún y así nos reimos lo nuestro durante los meses que Ramonet trabajó en Continuará.
Vivimos situaciones surrealistas, como cuando un coleccionista se plantó frente a la tienda el primer dia de sus vacaciones, con toda su familia y maletas en el coche, suplicando un prestamo a cambio de devolver los tebeos que fueran, porque no había confesado a su mujer que se había vendido el apartamento en la costa para comprar tebeos...
O cuando compraba una colección completa para venderla a falta de un número que guardaba unos meses para depués venderselo al mismo comprador por un precio escandaloso...
Ya en este tiempo era un campeón en las máquinas de marcianos (El me enseñó a jugar) y empezó a jugar al poker.
Después vinieron las drogas.
Y los restaurantes caros o el poker de verdad.
Montó una tienda de coleccionismo en la calle Aribau: "El Coleccionista". Me ofreció trabajar en ella pero seguí con Albert.
Presidía su mesa un cuadro con el ejemplar de "Flecha" que se reproduce.
Tonteaba con las "Juntas Españolas" (la extrema derecha).
Te chuleaba igual con una pistola que con una enorme bola de hachís.
Y la cosa acabó muy mal.
Murió tan joven como empezó.
Sus amigos no pudimos evitarlo.

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