jueves, 9 de julio de 2009

EL ÚLTIMO MAESTRO


"Desde que no leo "El Caballerto de la Cabeza de Plomo" me encuentro más ligero, ágil y volatil"

Topolino, "El Último Héroe"


Uno se dio cuenta de que las historietas las dibujaba alguien, allá a los trece años, y un soplo divino me vino a decir que, incluso yo, podía hacerlas. Ese soplo, allá sin saberlo, me lo dio el señor Alfonso Figueras. Fue desde entonces cuando convulsivamente comencé a copiarle, fascinado como estaba de aquel Aspirino y Colodión que leía semanalmente en el DDT de los sesenta. Incluso en uno de aquellos números, en la sección informativa que Perich hacía sobre los tebeos, envié al correo una pregunta dirigida a don Alfonso: ¿cómo hacía sus historietas?...esperé ansiosas semanas hasta que al fin apareció impresa su contestación: con mucho trabajo y dedicación.
Dos años más tarde, cuando asomó Gran Pulgarcito, y su Topolino comenzó a toparse con malvados de folletín, mi rendición al genio de Figueras fue ya artículo de fe. Sólo por él fui capaz de, osadía, arrancar sus páginas del DDT, Tío Vivo, Tele Color, Din Dan…para organizarlas en unos cuadernos caseros que releía sin pausa.
Más tarde pude conocer su inmensa producción anterior a ese 1966 resplandeciente y decidí que bien valía la pena pasar esta enclenque vida dibujando historietas.
Imposible encontrar mejor ocupación.
Encuaderné sus páginas y siempre andan conmigo como esa biblia atea que me guía en la incertidumbre. Pues cuando todo flaquea y se va al traste siempre acude Topolino para explicarme que nada importa.
Gracias a don Alfonso Figueras leí folletines y novela popular, me fascinó el comic norteamericano de los Billy De Beck, Sterrett , Herriman y compañía, la magia de los malvados, el mundo del cine mudo y, sobretodo su manera de narrar, de una precisión inmensa y de un dominio del tiempo y del espacio narrativo como pocas veces he visto.
Con Alfonso Figueras se nos fue el mayor sabio de la historieta, el creador de mundos únicos, cerrados, espeluznantes, inmensos, absurdos y reales como la vida misma.
Una bomba para el que mira y ve.
Grandioso Don Alfonso.

Micharmut

1 comentario:

Jaume Vaquer dijo...

Un texto precioso y preciso.