Hace años, cuando frecuentaba el Liber, no acabé nunca de entender que esta tradicional reunión de morosos sudamericanos estuviera subvencionada por sus víctimas.
Entre abrazos y promesas de la confianza más absoluta, caí en la trampa de confiar en distribuidores de diversos países que, uno trás otro, fueron engañándome con una profesionalidad incuestionable.
De alguno, como "Cultura y Sociedad" en Perú no llegué a cobrar jamás ni un sólo euro. Otros como "Amega" en México pagaron un poco al principio con pedidos pequeños para ganarse tu confianza y luego darte el palo. Otros se esfumaron ynunca más se supo. Y con el paso de los años sólo quedó una excepcion a esta máxima: Norberto Dorfler de Chile.
Siempre cumplió con sus pagos. Incluso en los años difíciles de Glénat España ayudó a sobrevivir más de lo que podría parecerle.
Hasta el infatigable Gerardo Bustos dejó de pagar de un día al otro, aunque ya escribí en este mismo blog que tuvo el detalle de aparecer hace poco con un pago a cuenta.
Argentina de todos modos, es un caso aparte.
A mí no "me cagó" José Antonio López del Club del Cómic. Pagó todo. De él sólo tengo queja de su furía futbolística que conocí jugando un partido en el que él era el portero del equipo contrario...
Eduardo Orenstein ha sido y es un personaje aparte.
Y ahora, con Graciela de Entelequia, no hay queja alguna.
De los intentos de distribución que hice en Argentina no quiero ni acordarme...
De hecho mi última experiencia fué enviar unos miles de "Pucca" a "La Revistería", con unas condiciones iniciales que si te he visto no me acuerdo...
1 comentario:
Tot i que en un altre àmbit professional, tinc la mateixa experiència i opinió del que exposes. Calcada.
Pot semblar un tòpic però és la realitat que jo vaig viure.
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