lunes, 27 de diciembre de 2010

EL REGALO ACCIDENTAL


Me gusta mucho quejarme de los regalos de Navidad. Casi tanto como me cuesta ponerme el chip de comprador de regalos. Año sí y otro también no consigo escapar de la espiral que suele comenzar con el "amigo invisible" de la comida de empresa y acabará el 6 de enero con los regalos de Reyes que, en mi caso, reservamos a la familia más cercana.
He acabado pensando que la opción de mi padre de dar un sobre con pasta a cada uno de sus hijos y nietos, para que cada cual se compre lo que quiera, es la más sensata.
 En ocasiones, te esfuerzas por acertar el regalo para cada uno, aunque siempre te quedas con la sombra de la duda de si has acertado. Especialmente si formas parte de una familia poco expresiva.
Niños aparte.
Así que se comprenderá mi sorpresa y alegría por un regalo fuera de concurso...
Aparecieron mis primas y me regalaron una parte de su pasado.
Su colección de "Claro de Luna", con el ábum que habían hecho con los cromos que se regalaban en cada ejemplar y un montón de bonus-tracks que iban desde una supercolección de Discos Sorpresa de Fundador, a un montón de tomitos de la Enciclopedia Pulga.
O sea lo que he escaneado en  las entradas precedentes y que, sin duda, ha sido el mejor regalo de estas navidades.
Y, seguramente, de las 20 o 30 anteriores...

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