Amanece, cuando el marqués de Bocanegra recibe la visita de su vecino el conde de Villanueva, que llega en estado lastimoso, herido en un hombro y con el cansancio reflejado en su rostro.
El herido cuenta a su vecino, después de ser curado y reanimado con una buena dosis de licor, que el hijo de Ali-Kan y unos diez sarracenos habían aparecido ante él y habían matado a los cinco hombres que le acompañaban. Al oir hablar de Kan, el hijo de Ali-Kan, los ojos del noble caballero se iluminaban de sed de venganza.
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