Inmediatamente da órdenes de marcha a veinte de sus mejores guerreros, y el conde se ofrece a llevarle hasta el sitio donde, según él, está el moro que mató a su hijo. De pronto, aparece un capitán del marqués y le anuncia la visita de un cristiano enmascarado, que quiere hablar con él. El traidor conde palidece y no puede reprimir un escalofrío de terror.
-¡No le dejéis pasar, señor marqués! ¡Es un enemigo! - gime, sin poderse contener.
1 comentario:
Hasta los cromos del Guerrero del Antifaz... Buuuuf... Insuperéibol.
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