Viajar hoy de vuelta a Barcelona en el AVE me ha permitido hojear todos los periódicos (en español) que te ofrecen. Y comprobar como trataban la muerte de Joe Kubert.
Al verlos todos, uno pensaría que los tebeos tienen un peso importante en España. Y, claro, en nuestra prensa. Pero nada más lejos de la realidad.
He recordado a Vázquez cuando vaticinaba cómo se hablaría de él al morir. Mientras, en la realidad, se moría de asco..
He recordado patéticos silencios, como cuando publicamos los "Cuentos Vivos" de Apel.les Mestres, obra pionera en su edición de 1881.
He recordado el olvido en el que malvive Larraz, con quien tuve la fortuna de compartir una horas ayer.
He tratado de imaginar quien se molestará en dedicarle unas líneas, si se enterara, cuando fallezcan autores de tebeos vivos tan importantes como Rosa Galcerán, José Bielsa, Carrillo, el propio Larraz, y tantos y tantos más, no sólo españoles.
Y la respuesta casi me la ha dado "La Vanguardia", el periódico gratuito de mayor difusión en Catalunya, que, por si acaso, ha preferido incluir la noticia en la sección de necrológicas. No fuera que alguien se quejara por incluir a un dibujante de tebeos en la sección de cultura.
2 comentarios:
También sería interesante añadir que la imagen que ha puesto El Periódico en su artículo sobre Joe ni tan solo es de Kubert ¿...?
Desde fuera, veo su post como lo de 'la paja en el ojo ajeno'. Está claro que la prensa no considera el cómic como un arte menor cuando se dedica estos espacios a la muerte de un autor como Kubert. Pero es muy injusto pensar que sólo se centran en los decesos. En diarios como El País, El Periódico o El Punt (los que más controlo) reseñan periodicamente cómics. Quizás el problema sea otro. Y es que cuando un autor extranjero muere, su editor se encarga de enviar a las agencias su obra y milagros. O como mínimo, avisa que ha muerto. Cuando murió Berenguer, fue Ficomic quién elaboró el comunicado, no su editor que es quién dispone de material gráfico. Cuando murió Moebius, su editor español no envió una mísera biografía a las agencias. Y sabe qué, cuando mueran todos esos que ha nombrado (y unos cuantos más) nadie lo sabrá porque nadie lo habrá comunicado. Los periodistas no pueden visitar todas las funerarias por si se muere alguien conocido. Ni aquí, ni en ningún otro sitio. La diferencia es que en Francia o Estados Unidos el editor sabe como manejar el tema y aquí, o no se quiere o no se sabe.
Luisa
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