viernes, 11 de mayo de 2012

YA NO ME HACE NINGUNA ILUSIÓN UN MUSEO DEL COMIC



Linotipias y el típico cajón de una linotipia.

Siempre que iba a la imprenta de Aleu, me encantaba ver una especie de minimuseo que tenía montado en la entrada con maquinaria antigua, tipo la linotipia.
Cuando su imprenta cerró, de la peor manera posible, todo sea dicho, y sin tener el menor respeto ni por sus trabajadores ni por sus clientes o, incluso, sus amigos, pensé que al margen de tratar de salvar cientos de documentos de la editorial, que nunca hemos recuperado, había que intentar salvar todos esos objetos del pasado, tan industrialmente relacionados con los tebeos, y tan desconocidos por el público. 
Los visualizaba en una sala del supuesto Museo del comic. Y me parecían tan didácticos o importantes como un original del Príncipe Valiente.
Pero, obviamente, no me hizo ni caso. Se preocupó tanto, como de sus trabajadores o de los materiales de Glénat. Y como su salud era muy delicada en aquel momento, lo dejé correr, en aras de un pasado romántico que sólo existió en mi mente.
El barrio donde estamos ahora, el Poble Nou, era absolutamente industrial. Habían imprentas, encuadernadores, almacenes, transportistas... Y aún siguen habiendo muchos.  Aunque la limpieza étnica del 22@, se lo llevaba todo por delante, hasta que llegó la crisis.
A pesar de todo, empecé a imaginar un Museo de tebeos, en el que además de lo típico, recogiera el legado de ese tejido industrial , por otra parte tan cercano a Badalona. Porque dentro de cuatro dias, nadie recordará cómo se hacían los tebeos. Y mientras ese concepto me gustaba cada vez más, en paralelo, iba perdiendo el interés en ver un original colgado en una pared, y no me gustaba nada la idea de un museo visitado solo por escolares, cuyas escuelas cubren su cupo de consumo cultural, sin ningún interés real en los tebeos. Y eso me llevaba a imaginar un museo orientado a ese público, o sea un museo más cercano al Museo del Barça o a una granja de esas a las que van de colonias los niños, que a algo serio. 
Sólo veía montones de autocares aparcados en la entrada....
Y empecé a perder una ilusión de toda la vida.


2 comentarios:

Juan Agustí dijo...

¿Que pasaría si a la Gioconda se le borrara la sonrisa por cada tonto que la visitara?
Si no nos enamorasemos, no podríamos desencatarnos.
Hay cosas que son de cajón, como preservar nuestro patrimonio cultural. Y me temo que cada uno tiene que asumir el papel que le tocas, que en tu caso es mucho.
Es nuestra obligación permanecer jóvenes todo el rato que la vida nos lo permita.
Así que ya sabes...

Joan Navarro dijo...

Hago lo que puedo...