martes, 21 de septiembre de 2010

VÁZQUEZ







Ni siquiera recuerdo cuando le conocí.
No importa. No se trata de demostrar nada.
Conocí a Manuel Vázquez y tuve el honor de trabajar con él.
Tal vez fue mi amigo.
No lo sé.
No es lo importante. Lo importante es que le quise, disfruté de su inabarcable vitalidad y que modestamente traté de ayudarle en lo que pude, en lo que estaba a mi alcance.
Me sé todas, casi todas, las leyendas que giran a su alrededor. Por cierto, casi todas reales, aunque a veces contadas desde el lado malo de la vida. Porque desde el lado real, lo único que se puede decir es que Vázquez fue un regalo de la vida para el que lo conoció. Incluso para aquellos a los que puteó con una infima parte de la maldad que rige el mundo de los mediocres.
Como tantos talentos del mundo de la historieta, Vázquez fue un autoexpulsado de la mezquina industria de los tebeos.
Un proscrito para los cobardes.
Un enemigo de los sin talento.
Un rebelde con causa. La causa de la vida, simplemente.
Un genio de su trabajo, un perdedor, a años luz moralmente, de los ganadores.
Un enemigo del aburrimiento, de la rutina y de la repetición. Y un luchador acérrimo del placer de la vida.
Yo le disfruté. Y contradeciendo la consabida leyenda negra que gira a su alrededor, a mi me pagó más copas, o cenas o lo que sea, que no viene al caso, que yo a él.
Y, para satisfacer a los morbosos, tambien me sableó.
Pero con un talento digno de su leyenda. Vean si no es así:
A mediados de los noventa las cosas no iban bien. Ni para mi editorial (Glénat) ni para Vázquez. Habíamos publicado su útlima historieta, “Agente del Fisco”, en la revista Viñetas que acababa de cerrar. Habíamos sacado un par de álbumes recopilando las historietas de la serie “Gente Peligrosa” y la última idea había sido un comic-book, al que por todo el morro llamamos “By Vázquez”, en el que publicábamos un pupurri de viejas historietas, con la única novedad de una portada hecha en el momento. Este tebeo mensual, que no se vendía muy bien, servía por lo menos para pagarle el alquiler y poca cosa más.
Yo me sentía feliz de echarle un cable al maestro y amigo. Lógicamente en esta época nos veíamos a menudo y compartíamos miserias cotidianas.
“Este es un país de miserables” me suelta en una de sus frecuente visitas. “Nadie hablará de nuestros tebeos, aquí lo único que interesa es que Superman se case o que un autor la palme”. Francamente yo no podía estar más de acuerdo con estas afirmaciones.
“Verás como cuando me muera...”, seguía imparable en su discurso, “...todos, todos, van a decir que ha muerto un genio..., el creador de la hermanas Gilda, de Anacleto, de la Famlia Churumbel, de lo que sea... Seguro que me dedican una página entera en los periódicos...”
Confieso que en esta ocasión yo no sabía dónde quería llegar, aunque me olía el timo.
“... Hasta en los telediarios se hablará de mi muerte...”
“...¿Y quien se beneficiará de todo esto?... Mi editor: Tú.
Porque entonces sí que venderás mis libros.
Y reeditarás mis clásicos.
Y ¿para qué?
¿Para que se beneficien mis hijos? ¿
Para que se beneficie Jacques Glénat?...”
En ese momento yo ya estaba totalmente entregado a la canallesca oratoria de mi incombustible amigo:
“... No es justo, Navarro. No es justo hacerle el juego a este esperpéntico país.”
Y, llegó la ineludible conclusión:
“Lo justo es que yo cobre ahora un anticipo a cuenta de los beneficios que te reportará mi muerte. Piensa además que no me encuentro muy bien...”
Como comprenderán ustedes, le anticipé el dinero que me pidió.
A un genio no se le niega nada.
Pocos dias después de la anécdota que acabo de narrar, Manuel Vázquez murió.
No pueden imaginarse lo feliz que me sentí de haber sido, probablemente, la última víctima de un sablazo del genio.
De un amigo, al que nunca podré olvidar.

(Tanto este texto como las fotos y la mayoría de los tebeos de los siguientes posts ya estaban en el blog. Ordenarlos y disfrutarlos otra vez ha sido mi pequeño homenaje al estreno de la película "El Gran Vázquez" y a Vázquez, Manolito y Vicky)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

N'hi ha que sou afortunats.

Oscar+AB dijo...

Hay que querer mucho a una persona como para que te haga feliz que te sablee (y es bonito de leer el amor con que escribes estas palabras). Dicen que sarna con gusto no pica, pero para la gente que no tiene el paladar fino (sus acreedores) es normal que se enfaden con el picor.

Yo creo que la sociedad te debemos muchísimo, porque la genialidad de la obra de Vázquez se encuentra en Glénat, lo de Bruguera era una excusa para dar a conocer el talento de Vazquez y para que le dé de comer, pero todos sabemos que el talento de este autor se concentra en lo que buenamente recopilaste en Glénat (a ver, que me gusta Angelito, La familia Cebolleta, etc., pero se nota la censura y la corrección que tan mal le sentaba a Vazquez). Por cierto, espero y deseo que arrase el tomo de "lo peor de Vazquez", aqui tienes una compra asegurada ;) ¡Saludos!
P.D.: Eso sí; no pienso anticipar ni un duro, que con esto de la crisis uno no está para tirar cohetes, pero al menos mis veintipico euros del tomo ya los tengo reservados para invertirlos cuando salga ;)

cartillero dijo...

Un testimoni preciós, Sr Navarro...gràcies per aquestes paraules tan acurades.
tan debò Glénat pogués recuperar grans clàssics de bruguera, de ben segur ho faria millor que esl d'ediciones B.