Ya no puedo más. Llevamos cinco años sin levantar cabeza. No hay futuro. Por las noches no puedo dormir. Cierro los ojos y sólo puedo pensar en acreedores, facturas, deudas y en el miedo que tengo al día siguiente.
Me armo de valor y llamo al jefe. Le digo que me rindo. Que se ha acabado. Es septiembre, empieza el curso. Justo cuando todo el mundo se marca objetivos, el mío es cerrar la editorial.
Jacques Glénat me entiende muy bien. El ha pasado por momentos iguales o peores. Me calma. Quiere cerrar bien. Propone fin de año. Se compromete a pagar todas las deudas y a hacer un cierre "limpio". Eso me tranquiliza.
Me anima proponiéndome seguir trabajando para Francia con el mismo sueldo durante un par de años, hasta que veamos que hago definitivamente.
Eso aún me tranquiliza más y confirma mi teória de que es un caballero.
Empezamos a preparar el cierre. Stocks, saldos, deudores, acreedores, impuestos, etc. etc.
Una imprenta me manda a Credito y Caución. Otra se niega a imprimir el nuevo número de "Sailor Moon" y se queda con los fotolitos.
Los colaboradores se esfuman.
Me reuno con los tres empleados de Glénat: Xavi Balmaña, Dani Barbero y Montse Bufí y les libero de todo compromiso conmigo. Saben que probablemente no cobrarán sus sueldos.
Los tres se quedan. Los tres dicen que no me preocupe que pueden vivir con el sueldo de sus parejas y siguen trabajando cada dia.
Sólo tenemos un banco: el Banco Popular. Y también ellos nos ayudan, sin motivo aparente.
Hasta Hacienda, a la que no pagamos desde hace meses, parece haberse olvidado de nosotros.
Hay un salón (es un decir) en Madrid y hablando con Carlos Giménez me convierto en el futuro editor de "Paracuellos-3" y la integral de "España, Una, Grande y Libre".
No sé como le pagaré. Pero es tal la alegría que siento por editarle que me lio la manta a la cabeza y firmamos el contrato.
Mi amigo Manolito Vázquez, adoptado prácticamente por mi y por Alejandro Casasola desde la muerte de su padre, no para de hablar maravillas de "Rurouni Kenshin" y acaba convenciéndome de publicarlo, aprovechando que Glénat Francia tiene los derechos.
Lo hacemos todo mal: partimos de los materiales franceses, traducimos del francés, hacemos unas portadas fatales, pero, eso sí, le ponemos sobrecubierta con solapas...
No tenemos dinero para ir al Salón del Manga, pero Pilar Gutiérrez nos fía un stand.
Todo llega en el último momento pero apostamos por Kenshin.
Modestamente: imprimo 4000 ejemplares.
Llegan el dia antes del Salón a nuestro almacén.
Corremos a verlos y tocarlos...
Es nuestra última oportunidad.
Y, de repente Dani se caga en todo lo que no vuela.
El encuadernador se ha equivocado con los pliegos y todos los ejemplares etán mal.
En ese momento me viene a la cabeza el chiste que publicó Vázquez en "El Observador" el dia de la inauguración del Salón del Comic de Barcelona cuando yo era el director. Se retrataba él mismo entre goteras y una lluvia torrencial, clamando al cielo "¿¿Señor, es que a tí tampoco te gustan los tebeos???"...
Lloramos de rabia.
Creo que solo pude decir algo así como:
"Esto se ha acabado"…
y me encerré en mi despacho.
Alguien llamó a Aleix Aleu (el impresor) y se lo contó.
Soltó una de sus frases míticas:
"Con la cabeza te digo que es imposible, pero con el corazón te digo que haremos lo imposible"
No sé como lo hizo.
Pero lo hizo.
24 horas después, sobre las cuatro de la tarde, apareció en el Salón el inefable Manel con una carretilla llena de Kenshins rodeado de niños que le siguieron hasta nuestro stand.
No nos daba tiempo a abrir los paquetes de diez ejemplares y venderlos.
Los 4000 ejemplares se agotaron en el Salón.
Y después, reimprimimos 2000 más.
Y se agotaron también.
Y luego 4000.
Y 4000 más...
Y unos dias después, en noviembre, apareció el primer álbum de Carlos Giménez: "Paracuellos-3" del que imprimimos 3000 ejemplares.
Y también se agotaron.
Y llamé a Jacques.
Timidamente sugerí que tal vez no era el mejor momento para cerrar la editorial.
Trás unos segundos de silencio me preguntó:
¿Pero tú la quieres cerrar?
Dije que no.
El añadió:
Yo tampoco...