Como de auténtico acontecimiento social puede calificarse la
inauguración de El Corte Inglés en nuestra ciudad, efectuada en la tarde
de ayer. Autoridades, representaciones oficiales, personalidades de la
industria y del comercio de Catalunya asistieron al acto, que revistió
brillantes características sociales". Con estas palabras, muy del estilo
de la época, describía La Vanguardia la apertura de un centro comercial
que revolucionaría el comercio de Barcelona y sería un punto de
inflexión en la historia más reciente de plaza Catalunya. De esta
crónica se cumplen 50 años.
Eran tiempos en los que se
celebraban ceremonias de bendición del edificio, entonces a cargo del
"arzobispo de la diócesis, doctor Gregorio Modrego Casaus", y cuando las
escaleras mecánicas -novecientos peldaños en total- y los tres
ascensores eran recibidos por los barceloneses como un símbolo de
modernidad. Con la llegada de El Corte Inglés, Barcelona ya tenía sus
galerías equiparables a las Lafayette de París o al Harrod's de Londres.
La competencia más directa del gran centro comercial que abrió en plaza
Catalunya un 20 de septiembre de 1962 era entonces Can Jorba, unos
almacenes situados a pocos metros, en un edificio que ahora también es
de El Corte Inglés.
"Nacemos ahora en Barcelona y por ello somos
barceloneses con todas las consecuencias", fueron las palabras de Ramón
Areces, fundador de los grandes almacenes el día de la inauguración. La
apertura se hizo coincidir con el inicio de las fiestas de la Mercè.
Allí empezaron a trabajar 425 personas en un edificio de 15.865
m2. Ocupaba un edificio con fachada en plaza Catalunya -al
lado del casino militar- que estaba conectado con otro en la ronda Sant
Pere. Hoy, en ese mismo centro comercial, trabajan 1.716 personas,
recibe a 50.000 personas al día y cuenta con casi 66.000 m2,
fruto de las sucesivas ampliaciones que ha sufrido a lo largo de los
años. La última y más importante de la mano del despacho MBM (Mackay,
Bohigas y Martorell) en 1994.
Independientemente de la importancia comercial del centro de la ciudad, El Corte Inglés se convirtió rápidamente en un catalizador de la actividad cultural y deportiva de Barcelona. La tradicional y masiva cursa o la escuela de sardanas son ejemplo de ello.
En sus inicios, el edificio de plaza Catalunya fue testigo del paso de celebridades de la época. Algunos barceloneses aún recuerdan la llegada de Sara Montiel ante un público enfervorizado que llenaba toda la primera planta en 1965. La Guardia Urbana tuvo que entrar dentro con el coche. Era la única posibilidad de que la artista pudiera acceder al centro comercial. O la visita del mentalista Uri Geller, diez años después. El público enloqueció con las habilidades telequinésicas e incluso le ofrecían cucharas para que las doblara. Y quién no recuerda, entre los que tienen edad para recordarlo, el gran despliegue navideño, Cortylandia, que se hacía en la fachada en los años ochenta con muñecos que cobraban vida ante los atónitos ojos de los más pequeños.
Con el tiempo y la llegada del turismo masivo, El Corte Inglés de plaza Catalunya se ha convertido en un punto de referencia para los barceloneses y visitantes que llegan a la ciudad. Su cafetería panorámica, inaugurada en 1970, aparece en muchas guías turísticas. Mucho tiempo ha pasado desde la pomposa inauguración con la presencia de todas las fuerzas vivas de la ciudad. El Corte Inglés, bajo el impulso de su presidente, Isidoro Álvarez, es ahora un gigante con 8.738 trabajos directos en Catalunya y planes de expansión, con el futuro centro comercial de Mataró y, más adelante, Badalona.
Independientemente de la importancia comercial del centro de la ciudad, El Corte Inglés se convirtió rápidamente en un catalizador de la actividad cultural y deportiva de Barcelona. La tradicional y masiva cursa o la escuela de sardanas son ejemplo de ello.
En sus inicios, el edificio de plaza Catalunya fue testigo del paso de celebridades de la época. Algunos barceloneses aún recuerdan la llegada de Sara Montiel ante un público enfervorizado que llenaba toda la primera planta en 1965. La Guardia Urbana tuvo que entrar dentro con el coche. Era la única posibilidad de que la artista pudiera acceder al centro comercial. O la visita del mentalista Uri Geller, diez años después. El público enloqueció con las habilidades telequinésicas e incluso le ofrecían cucharas para que las doblara. Y quién no recuerda, entre los que tienen edad para recordarlo, el gran despliegue navideño, Cortylandia, que se hacía en la fachada en los años ochenta con muñecos que cobraban vida ante los atónitos ojos de los más pequeños.
Con el tiempo y la llegada del turismo masivo, El Corte Inglés de plaza Catalunya se ha convertido en un punto de referencia para los barceloneses y visitantes que llegan a la ciudad. Su cafetería panorámica, inaugurada en 1970, aparece en muchas guías turísticas. Mucho tiempo ha pasado desde la pomposa inauguración con la presencia de todas las fuerzas vivas de la ciudad. El Corte Inglés, bajo el impulso de su presidente, Isidoro Álvarez, es ahora un gigante con 8.738 trabajos directos en Catalunya y planes de expansión, con el futuro centro comercial de Mataró y, más adelante, Badalona.
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