Trás los algo ortopédicos momentos iniciales, Mariscal decidió soltarse. Blandiendo una botella de Estrella Dorada en el papel de avión. Nos vino decir que cuando se lo haces a un niño, eso cuela hasta los diez años, después llega un momento en el que te hace saber que eso no es un avión sino una botella vacía de cerveza. Y ahí reivindicó (...) la capacidad de seguir jugando toda la vida. Y a mí me emocionó porque me paso el día haciéndole el avión a mi hijo... Y no sólo me cree sino que me lo paso casi tan bien como él.
Y a partir de ahí nos reímos como cosacos con el atropello de ideas al que nos sometió.
Y después vino el insoportable turno de preguntas. Y la primera empieza preguntandóle si "reivindica"...
Nos miramos Carmeta y yo y pensamos:
¡Este se la va a ganar!...
¡Este se la va a ganar!...
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